La visión de China para el mundo es muy clara: una reescritura de las reglas creadas por Occidente para dar paso a un mundo regido por la competencia entre países, arreglos transaccionales, y la ausencia de valores y principios universales.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Todo el mundo parece celebrar la aparente decadencia de Estados Unidos. Quizá sea la resaca de la presidencia de Trump, la inhabilidad de Biden para hilar un enunciado sin trastabillar, o quizá sean viejas rencillas arrastradas desde la invasión a Irak. La razón no es relevante: lo importante es festejar cualquier tropiezo de los gringos en el escenario global. ¡Muerte al imperialismo yanqui!
Yo creo que pensar así es una estupidez. A ver, no niego que los Estados Unidos hayan cometido errores enormes y múltiples crímenes. Pero si algo me queda claro es que la hegemonía gringa es el mejor tipo de imperialismo que pudimos pedir. Revisemos la historia para entender cuáles eran nuestras opciones.
A inicios del siglo XX, el imperialismo británico y francés no eran más que una enorme empresa mercantilista enfocada en la explotación de los recursos naturales de sus colonias. Quizá algo bueno dejaron en esos países, pero fue mucho más el saqueo y el desprecio a las poblaciones locales; muchas -principalmente en África Subsahariana- que hoy no han logrado algún tipo de estabilidad.
Luego vino la Alemania nazi y el imperialismo japonés. ¿Quién en su sano juicio hubiera preferido a dos de los regímenes más racistas y genocidas de la historia? ¡Yo paso!
Otro candidato para la dominación mundial fue la Unión Soviética: un adefesio burocrático, ultra represivo y antidemocrático que causó pobreza y miseria en todo lugar donde logró imponerse, sino pregúntenle a los cubanos, los norcoreanos o a cualquier ciudadano de Europa del Este.
Mientras tanto, los gringos podrán caernos mal, pero han regido sobre la etapa más pacífica de la historia humana; una etapa que vio la mayor reducción de la pobreza; con una expansión de derechos universales; por no hablar de los impresionantes avances en tecnología y salud.
Y no me vengan la fregadera de que “bien podríamos tener un mundo de paz y armonía, sin la dominación de un país hegemónico”. Bien sabemos el principio básico de la geopolítica (y de la física): todo vacío tiende a llenarse. Así que el espacio que deje Estados Unidos en el mundo será tomado por otro país.
¿Quién es el candidato predilecto para lograr esto? ¡No los rusos! Ese es un petroestado fracasado con una economía que ni siquiera supera al estado de Texas. El nuevo actor que amenaza en el ala del escenario es China.
Ellos mismos lo saben. Desde el ascenso de Xi Jinping a la presidencia en 2013, se ha iniciado una campaña asertiva de dominación global. Como explica la revista The Economist, actualmente China está implementando esta estrategia en tres ejes:
1. Iniciativa de Seguridad Global: una propuesta que busca evitar los conflictos globales pero que en realidad significa oponer cualquier esfuerzo para contener la amenaza militar de China en su región.
2. Iniciativa de Desarrollo Global: una supuesta alianza económica que en realidad sólo busca promover el modelo industrial chino que permite comerciar con regímenes autocráticos sin considerar derechos humanos o laborales.
3. Civilización Global: una visión que considera la promoción de los derechos humanos como una nueva forma de colonialismo que no debe ser impuesto en otros países.
Al final, la visión de China para el mundo es muy clara: una reescritura de las reglas creadas por Occidente para dar paso a un mundo regido por la competencia entre países, arreglos transaccionales, y la ausencia de valores y principios universales.
¿Esto hará más seguro al mundo? Muy probablemente no. Ya vimos la anuencia que Xi le mostró Vladimir Putin en su visita a Moscú; o los ejercicios militares chinos en la frontera con Taiwán. Lo único que logrará, como dice The Economist, es hacer el mundo más seguro para el Partido Comunista Chino.
Así que sigan celebrando la decadencia del Imperio Yanqui: Yo sólo les pregunto: ¿Prefieren vivir en el nuevo orden global “made in China”?