3/7/23

INTELIGENCIA ARTIFICIAL / IGNORANCIA NATURAL

El apocalipsis no vendrá necesariamente de un escenario como el retratado en Terminator o The Matrix; sino de ponernos cómodamente a merced de una tecnología que nadie sabe cómo funciona o cómo toma decisiones.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

“La IA probablemente conducirá al fin del mundo, pero mientras tanto, habrá grandes empresas”.
- Sam Altman, CEO de OpenAI

¡Vaya, vaya, vaya! No tardamos mucho para que la humanidad armara un reverendo congal. En este caso, el tiempo fue de aproximadamente cinco meses, periodo donde vimos a la Inteligencia Artificial (IA) pasar de ser una tecnología radiante de optimismo a convertirse en la peor pesadilla del planeta, con todo y sus augurios del apocalipsis y el fin de la civilización.

Consideren primero que fue apenas el 30 de noviembre del 2022 cuando la empresa OpenAI hizo público su programa ChatGPT-3. En aquellas primeras semanas, la discusión se centraba en el impacto que esta herramienta podría tener en el ámbito académico y educativo. Más que el fin del mundo, el mayor peligro que ofrecía esta nueva tecnología era el fin de los ensayos universitarios. ¡Qué inocentes éramos!

De pronto la narrativa cambió. Apenas en marzo del 2023 (menos de cuatro meses después) apareció una actualización inmensamente más poderosa (ChatGPT-4) que armó la de Dios es padre. Poco después de su estreno, toda clase de expertos pusieron el grito en el cielo, advirtiendo que tanto poder en las manos de unos simples homosapiens podría causar toda clase de calamidades. 

Geoffrey Hinton (el “padrino” de la IA) renunció a su trabajo en Google por considerar irresponsable el avance de esta tecnología. El mismo Sam Altman (citado al inicio del artículo) apareció frente al Congreso de Estados Unidos para exigir la regulación de todo lo relacionado con la IA, incluyendo límites a su propia empresa.

Para finales de mayo, el pánico ya se podía resumir en un sólo renglón, el cual apareció en una carta abierta del Center for AI Safety: “Mitigar el riesgo de extinción causado por la IA debe ser una prioridad mundial, al igual que otros riesgos de escala social como las pandemias y la guerra nuclear”. Entre los abajo firmantes se encontraban cientos de académicos (Oxford, UC Berkeley, Stanford, MIT), científicos y empresarios, incluido Bill Gates y -otra vez- el mismísimo Sam Altman.


Pero como dirían los poetas: “¡Calmado venado!” Lo primero que debemos de considerar al hablar de estos peligros es que hoy esta tecnología se encuentra muy lejos de causar el apocalipsis civilizatorio que muchos temen; y todos los escenarios donde se hable de una “rebelión de las máquinas asesinas” deben tomarse como especulativos y con una sana dosis de escepticismo. 

¿Cuál es entonces el peligro real en el corto plazo? Pues como indica Anthony Aguirre, cosmólogo de la UC Santa Cruz y fundador de Future of Life Institute, el problema es uno de dependencia ciega y absoluta hacia una tecnología que difícilmente comprendemos y entendemos. O sea, no estamos frente a un problema de inteligencia artificial malvada, sino de la irremediable condición humana.

Dicho de otra manera, el principal peligro es que gradualmente comencemos a delegar más y más actividades a la IA; que le demos más autonomía y poder para que controle nuestras vidas y nuestra infraestructura crítica. Que nos vuelva complacientes e ignorantes y que termine por “usurpar” el pensamiento y la toma de decisiones humanas en amplios sectores de la economía y la sociedad. 

No es una idea descabellada. El apocalipsis no vendrá necesariamente de un escenario como el retratado en Terminator o The Matrix; sino de ponernos cómodamente a merced de una tecnología que nadie sabe cómo funciona o cómo toma decisiones. Y como bien apunta Anthony Aguirre, “al final será claro que la gran máquina que está controlando a la sociedad no está realmente bajo control humano, y tampoco podrá ser apagada, al igual que no podemos apagar el S&P 500”.

Conociendo de manera superficial a los humanos, este escenario me parece el más plausible. Ese que apela a la flojera y a la pereza humana. Es el sueño que buscamos desde hace siglos: “¡Dejad que las máquinas trabajen por nosotros!” Pero al final… ¿Quién será realmente el amo y quién el esclavo?

19/6/23

NOTAS, IDEAS Y PENSAMIENTOS INCONFESABLES

¿Qué tema puede ser más interesante que advertirles sobre el apocalipsis de las máquinas? ¡Pues ni más ni menos que un nuevo reto de la chaviza en Tiktok!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Me encontraba escribiendo acerca de los peligros de la inteligencia artificial cuando una newsletter de The New York Times desvió mi camino. ¿Qué tema puede ser más interesante que advertirles sobre el apocalipsis de las máquinas? ¡Pues ni más ni menos que un nuevo reto de la chaviza en Tiktok!

Dejen les cuento: este nuevo reto involucra revelar en público el contenido de las notas que uno guarda en diversas aplicaciones de su teléfono celular (por ejemplo “Notes” en cualquier iPhone). Gran parte del voyeurismo inherente es que -a diferencia de nuestras prefabricadas fachadas que mostramos en redes sociales- las notas que escribimos sólo tienen un destinatario: nosotros mismos. Esto convierte a estos microtextos en un genuino y revelador espejo de la persona que los escribió. 

Todavía mejor es que muy pocas personas se toman el tiempo de borrar sus notas; omisión que genera un verdadero archivo histórico de pensamientos, listas, recetas, datos dispersos, ideas inconclusas y ocurrencias invaluables. Si no me creen, vayan y revisen ahora mismo para que me den la razón.


Obviamente quise subirme a este reto, pero como soy malo en Tiktok lo haré aquí en formato escrito. Más allá de revelar un par de notas propias, le pedí a mis colegas de FIA, a familiares y a amigos que me compartieran algunas ideas inconfesables de su propio archivo. Algunos pidieron anonimato, así que verán sus iniciales.  Pero ningún error de ortografía fue corregido para mantener la autenticidad de los textos. Sin más rodeos, voy yo primero:

Juan Pablo Delgado (29 de abril, 2015): Cuento 2// La virginidad de mi novia, huele a primera comunión.

Juan Pablo Delgado (10 de diciembre, 2019): Movie clásica 50 // Tigre corre al mar // Se da un clavado y se lo traga el mar. // Se convierte en un pez plateado que salta // Lo que se convierte en un pez muerto de hierro en una pecera.

Juan Pablo Delgado (17 de abril, 2020): Había una vez una historia de una puerta que no debía ser abierta, bajo ninguna circunstancia // El paraíso está del otro lado? // Saldrá un monstruo de la puerta? // No, no puedes abrir esa puerta // Así que creo que no hay historia.

Juan Pablo Delgado (16 de diciembre, 2020): “La realidad no es una alucinación causada por la ausencia de alcohol”.

Lucy Bravo (fecha desconocida): - I really like Obama // - Why? // - Cuz I really like how Obamacare sounds.

Lucy Bravo (20 de junio, 2019): Hay historias que deberían durar cien vidas, pero Augusto solo tenía una y para su mala fortuna nació herido de muerte. Los periódicos locales hasta le dedicaron un obituario el día de su nacimiento, ya que los médicos no le dieron más de unas cuantas horas de vida, al pequeño que apareció en una cuna desnudo y con dos cuernos en la base del cráneo.

Leo Arriaga: (6 de enero, 2023): Helado heladito bonito chiquitín

Ana Elena Garza (?? de julio, 2019): Para no saber que todos los dolores son siempre el mismo // La gente que vive en lugares frescos se arruga menos // Tengo que ir a levantarte con una espatula.

J.C. (04 de junio, 2023): La otra vez habia un morro grite y grite y le dije que le iba a hablar a donald trump para que lo metiera en una jaula.

David Beltrán (fecha desconocida): Lo huevón se educa o se hereda/se nace?

Ángel de la Rosa (7 de mayo, 2018): Poner las manos en los cachetes // Pecho // Hacer más cerrado no ayuda abrir.

Elisa G. (fecha desconocida): Soñe que estabas preocupado por una epidemia que hacia que la gente se le fuera la onda, sentias que a buba le estaba pasando.

¡Ya ven que es más divertido esto que hablar del apocalipsis! Pero no se preocupen, el próximo texto sí nos dirá cómo la humanidad se acabará (¿o no?) por la inteligencia artificial. Por lo pronto, saquen un buen whisky y compartan sus notas extrañas con sus amigos. Les aseguro que la pasarán genial. ¡Salud! 

5/6/23

THE GREATEST SHOW ON EARTH

Si Joe Biden pierde su reelección y nos encontramos a Donald Trump o a Ron DeSantis en la Casa Blanca, a México le tocará la Ley de Herodes. 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Mientras en México seguimos con la eterna (y aburrida) telenovela de las corcholatas en perpetuo estado ‘semi destapado’, nuestros vecinos del norte no se andan con fregaderas y ya echaron a andar su circo de tres pistas. Señores y señoras, bienvenidos a las campañas presidenciales de Estados Unidos: el mayor espectáculo del mundo.

Creo que es imposible negar el morbo que generan las elecciones gringas; un morbo que proviene de las enormes consecuencias de toda esta rebambaramba. A diferencia de cualquier democracia en el mundo, quien resulte vencedor aquí será la persona más poderosa del mundo. Nos guste o no, el futuro del planeta depende de lo que ocurra el próximo noviembre en el Imperio Yanqui.

Debo admitir que los Demócratas se han visto muy blandengues esta temporada. Sólo un par de contendientes -totalmente desconocidos- estarán dizque retando a Joe Biden. Bueno, tan soporífero está el lado Demócrata que Biden va de nuevo a la guerra con su actual vicepresidenta, Kamala Harris, que durante dos años ha sido menos interesante e igual de eficiente que una pantufla vieja.

¡Ah! Pero los Republicanos sí saben de diversión. Oscura, retorcida y racista, pero diversión finalmente. Este bando está hoy liderado por Donald Trump, pero con la reciente entrada del gobernador de Florida, Ron DeSantis, me parece que tenemos asegurado un absoluto y reverendo relajo de aquí a noviembre 2024. 

Todo esto me lleva a la pregunta del millón: ¿Qué diablos vamos a hacer si gana alguno de estos candidatos Republicanos? Porque podemos amar u odiar a Andrés Manuel López Obrador, pero reconozcamos que este señor es un viejo lobo de mar que logró navegar (y sobrevivir) a la presidencia de Trump y ha toreado de manera eficiente a Biden, particularmente en temas de comercio, democracia y las recientes crisis de migrantes y fentanilo.


Pero imaginemos un futuro próximo donde Biden termine derrotado y donde Trump 2.0 o DeSantis sean el nuevo presidente de Estados Unidos.

El primer factor novedoso es que para noviembre del siguiente año ya tendremos nuevo presidente en México. En este escenario, quizás la única corcholata que inspira algo de consuelo es Marcelo Ebrard, quien al frente de Relaciones Exteriores ha negociado diversos acuerdos con Trump y Biden. ¿Pero se imaginan a Claudia Sheinbaum negociando con alguno de estos dos misóginos? ¿O creen que Adán Augusto demuestre genialidad diplomática? ¡Dios nos libre!

El segundo factor es aún más terrorífico: la radicalización que ha sufrido la derecha en Estados Unidos. Cuando Trump lanzó su campaña en junio de 2015, todo su discurso fue causa de escándalo. A ocho años de distancia, podemos ver el cambio que se ha dado en la Ventana de Overton, donde llamar “violadores” a los migrantes ya no ruboriza a nadie; ahora hay que amenazar con invadir militarmente a México para crear impacto.

A esto sumemos que la era trumpista evidenció que sólo basta un poco de inteligencia, metodología y capacidad para quebrar a una democracia. En su tiempo, la ignorancia e improvisación de Trump evitó este escenario, pero hoy parece haber aprendido de sus errores. Por su parte, DeSantis lleva años jugando con las fuerzas oscuras del etnonacionalismo, y todos lo ven como un personaje inteligente, metódico y calculador. La victoria de cualquiera representaría una amenaza letal para la República norteamericana, con todas las consecuencias imaginables para México.

Ahora bien, me queda claro que falta demasiado tiempo para que esto quede definido; y en numerosas ocasiones hemos visto a candidatos fuertes desmoronarse y caer por el despeñadero democrático.

Pero algo es absolutamente seguro: si Joe Biden pierde su reelección y nos encontramos a Trump o DeSantis en la Casa Blanca, a México le tocará la Ley de Herodes. Así que vayan por palomitas y abróchense sus cinturones porque esto se va a poner bueno. Welcome to the greatest show on Earth!

22/5/23

¡MUERTE AL 5 DE MAYO!

Año tras año nos inflamos de falso patriotismo para conmemorar una fecha que nos recuerda una insignificante victoria contra los franceses. Vale preguntarse: ¿A quién fregados le interesa una batalla de hace 160 años? 


Texto por: Juan Pablo Delgado


Ahora sí, raza. ¡Es oficial! Después de tres años y pico de disrupciones, incertidumbre, terror y muerte por fin terminó la emergencia sanitaria del covid-19 en México y el mundo. ¡Aplausos a todos!

Habiendo superado este primer instinto celebratorio, caemos rápido en la cruda realidad: aquí en México hay poco que festejar. Entre los restos del naufragio sobresale que nuestro país fue unos de los peores calificados en cuanto a prevención y acción durante la crisis sanitaria. Atrás quedan más de 300,000 muertes causadas directamente por el virus, miles de negocios cerrados, una generación de niños mensos y cerca de 700 mil muertes excedentes. Como remedio queda esperar que un día se haga justicia contra el Ángel Exterminador de apellido López-Gatell.

Todo esto es relevante porque pone de relieve la compleja cuestión de la memoria social colectiva. Me refiero a que como humanidad -y como país- parecemos haber dado vuelta de página a todo este tema de la pandemia: ¿Por qué en ningún lugar del mundo se ha propuesto alguna fecha para conmemorar la traumática expereicnia que sufrimos como especie humana? ¿Por qué tenemos días conmemorativos para absolutamente todo -día del taco, día del pene, día del perro- pero nadie ha propuesto un “día de la victoria contra la pandemia”?.

Queda claro que tenemos nuestras prioridades tergiversadas. Conmemoramos cosas estúpidas y superfluas y decidimos ignorar las mayores victorias colectivas.

Si tomamos el caso particular de México, esto se vuelve evidente al instante: arrancamos el año con la celebración de la Constitución. ¿Cómo para qué? De ahí nos seguimos con el nacimiento de Benito Juárez. ¿Y esto a quién le importa? Peor todavía: ¡Celebrar a la bandera de México! ¿En qué cabeza cabe? ¿Y la Revolución mexicana? ¿Seguimos con esto un siglo después?



Quizá la peor fecha sea el 5 de mayo. Año tras año nos inflamos de falso patriotismo para conmemorar una fecha que nos recuerda una insignificante victoria contra los franceses. Vale preguntarse: ¿A quién fregados le interesa una batalla de hace 160 años? ¿Qué necesidad tenemos de seguir conmemorando una fecha histórica que no suma, no propone, y no inspira nada a la sociedad mexicana? 

Ante este desastre, vengo a presentarles un par de propuestas para modernizar nuestros días festivos de mayo. Ahí les va: 

1. Eliminar el 05 de mayo: A partir del 2024, la Batalla de Puebla queda fuera del calendario oficial de días patrios. ¿Qué podemos festejar este día? Pues podríamos armar una gran parranda donde recordemos que el 5 de mayo fue la fecha cuando la OMS declaró el fin de la emergencia a nivel mundial. ¡Saquen las cheves!

2. Conmemorar el 09 de mayo: También el 9 de mayo debe incluirse en el calendario oficial por ser el día en que oficialmente terminó la emergencia sanitaria en México. Pero éste no será un día de fiesta. Tomando en cuenta la calamidad que sufrimos, el 9 de mayo se convierte en día de descanso, enfocado en la introspección reflexiva y en mentarle la madre a López-Gatell.

3. Agregar el 08 de mayo: Con estas dos fechas palomeadas, podemos agregar un día más a esta macrosemana de fiesta y reflexión: el 8 de mayo. ¿Y esto por qué?  Porque esta fecha conmemora el Día de la Erradicación de la Viruela, una de las enfermedades que más muertes ha causado en la historia de la humanidad (entre 300 millones y 500 millones tan sólo en el siglo XX). Su erradicación ha sido uno de los mayores hitos en la historia humana y claramente merece una parranda anual.

Con estas nuevas fechas conmemorativas no sólo estaremos haciendo un servicio a la posteridad, otorgándoles tres días para sentirse orgullosos, reír, celebrar, llorar y recordar. También estaríamos creando un mega-puente vacacional que culmina con la celebración de las madres el 10 de mayo. 

Y por si fuera poco, estoy seguro que todos los años nuestros políticos se tomarán vacaciones durante todos estos días, dejando menos tiempo para que propongan y hagan estupideces.  ¡De nada, raza! ¡Estoy para servirles! 

8/5/23

LOS VECINOS DE LA DISCORDIA

Cada día se suman más voces que piden a Washington tomar medidas más fuertes contra México.

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Como buen regiomontano siempre he creído que la vecindad con Estados Unidos nos ha servido para mejorar a México. Lo digo sin remordimientos: desde pequeño he considerado que -al menos en cuestiones culturales- los gringos son infinitamente… mejores. O díganme… ¿Prefieren ustedes a The Doors o a Luis Miguel? ¿A Francis Ford Coppola o a René Cardona? ¿Ver Rebelde o Breaking Bad? ¡Caso cerrado!

La gran noticia es que después de numerosas décadas,  el “soft power” de los gringos parece haber permeado a todo el país, sea en la ropa que usamos, la gastronomía, y el entretenimiento. Hoy nadie podría negar que los lazos entre México y Estados Unidos se encuentran más estrechos que nunca. 

Lo paradójico es que justo cuando nuestra cercanía cultural es tan fuerte; y justo cuando existe la posibilidad de dar un gran paso hacia la integración de Norteamérica -donde exista el libre tránsito de productos, trabajadores y capitales- nos encontramos en una de las peores épocas en la relación bilateral. En ambos lados de la frontera diversos funcionarios públicos se encuentran atrincherados en una guerra de palabras. Una espiral de destrucción diplomática que ha llegado a las amenazas de una invasión militar.

Para los gringos, el principal problema es la epidemia del fentanilo; una droga sintética que mata a cerca de 80,000 personas al año y que ingresa desde México. De nuestro lado, la respuesta ha sido digna de Juan Escutia: nos hemos envuelto en la bandera del patrioterismo y la soberanía para denunciar el supuesto injerencismo del Imperio Yanqui. 

El problema es que ambas posturas han comenzado a ampliar las grietas que ya existían desde el inicio de la actual administración. Hace un par de meses, la directora de la DEA, Anne Milgram, sin tapujos dijo que  México “no coopera” en las acciones contra los cárteles de la droga, agregando que·no están obteniendo información sobre decomisos de fentanilo. Sumado a esto, un informe de la DEA indicó que los cárteles de Sinaloa y Jalisco son ahora las principales amenazas globales contra los Estados Unidos. ¡Lo que nos faltaba!



Pero esto es apenas el principio. El Secretario de Estado, Anthony Blinken, comentó recientemente que no existe duda que el narco controla partes de México; y bajo cuestionamientos del Senador Lindsay Graham, aceptó que el gobierno de Biden estudiará calificar a los cárteles como organizaciones terroristas. El mismo Graham también declaró que “México es un narco Estado-terrorista”. 

Quizá para algunos esto sea mera politiquería. Que estando aquí y allá en las precampañas presidenciales para el 2024, uno podría esperar este tipo de retórica.

Pero a mí me parece que aquí hay algo más destructivo. Cada día se suman más voces que piden a Washington tomar medidas más fuertes contra México. El congresista de Texas, Dan Crenshaw, consideró que el ejército de Estados Unidos debe intervenir en México para combatir a los cárteles de la droga. El ex secretario de Estado, Mike Pompeo, propuso usar drones para atacar a los cárteles. Incluso Donald Trump, que seguro será el candidato presidencial Republicano el próximo año, ha pedido que se elaboren planes bélicos para eventualmente atacar a México y terminar con el problema del fentanilo.

Digan lo que quieran, pero esto no es normal. Desde que tengo memoria siempre han existido desencuentros entre ambos países, pero nunca se había visto un escenario tan descompuesto. 

Quizá lo más trágico es que ahora, cuando resulta fundamental profundizar la unión de Norteamérica para hacer frente a China y otros retos geopolíticos, estemos hablando de guerra entre vecinos.

No hay duda que estamos perdiendo una oportunidad histórica para crear una verdadera unión norteamericana que traiga prosperidad para todos. Pero bueno… por lo menos podremos ir a dormir tranquilos sabiendo que podremos ser un país cada día más pobre y aislado, pero por lo menos somos “soberanos”. ¡Faltaba más!

24/4/23

UN MUNDO “MADE IN CHINA”

La visión de China para el mundo es muy clara: una reescritura de las reglas creadas por Occidente para dar paso a un mundo regido por la competencia entre países, arreglos transaccionales, y la ausencia de valores y principios universales.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Todo el mundo parece celebrar la aparente decadencia de Estados Unidos. Quizá sea la resaca de la presidencia de Trump, la inhabilidad de Biden para hilar un enunciado sin trastabillar, o quizá sean viejas rencillas arrastradas desde la invasión a Irak. La razón no es relevante: lo importante es festejar cualquier tropiezo de los gringos en el escenario global. ¡Muerte al imperialismo yanqui!

Yo creo que pensar así es una estupidez. A ver, no niego que los Estados Unidos hayan cometido errores enormes y múltiples crímenes. Pero si algo me queda claro es que la hegemonía gringa es el mejor tipo de imperialismo que pudimos pedir. Revisemos la historia para entender cuáles eran nuestras opciones.

A inicios del siglo XX, el imperialismo británico y francés no eran más que una enorme empresa mercantilista enfocada en la explotación de los recursos naturales de sus colonias. Quizá algo bueno dejaron en esos países, pero fue mucho más el saqueo y el desprecio a las poblaciones locales; muchas -principalmente en África Subsahariana- que hoy no han logrado algún tipo de estabilidad. 

Luego vino la Alemania nazi y el imperialismo japonés. ¿Quién en su sano juicio hubiera preferido a dos de los regímenes más racistas y genocidas de la historia? ¡Yo paso!

Otro candidato para la dominación mundial fue la Unión Soviética: un adefesio burocrático, ultra represivo y antidemocrático que causó pobreza y miseria en todo lugar donde logró imponerse, sino pregúntenle a los cubanos, los norcoreanos o a cualquier ciudadano de Europa del Este.

Mientras tanto, los gringos podrán caernos mal, pero han regido sobre la etapa más pacífica de la historia humana; una etapa que vio la mayor reducción de la pobreza; con una expansión de derechos universales; por no hablar de los impresionantes avances en tecnología y salud.

Y no me vengan la fregadera de que “bien podríamos tener un mundo de paz y armonía, sin la dominación de un país hegemónico”. Bien sabemos el principio básico de la geopolítica (y de la física): todo vacío tiende a llenarse. Así que el espacio que deje Estados Unidos en el mundo será tomado por otro país.  



¿Quién es el candidato predilecto para lograr esto? ¡No los rusos! Ese es un petroestado fracasado con una economía que ni siquiera supera al estado de Texas. El nuevo actor que amenaza en el ala del escenario es China.

Ellos mismos lo saben. Desde el ascenso de Xi Jinping a la presidencia en 2013, se ha iniciado una campaña asertiva de dominación global. Como explica la revista The Economist, actualmente China está implementando esta estrategia en tres ejes:

1. Iniciativa de Seguridad Global: una propuesta que busca evitar los conflictos globales pero que en realidad significa oponer cualquier esfuerzo para contener la amenaza militar de China en su región.

2. Iniciativa de Desarrollo Global: una supuesta alianza económica que en realidad sólo busca promover el modelo industrial chino que permite comerciar con regímenes autocráticos sin considerar derechos humanos o laborales.

3. Civilización Global: una visión que considera la promoción de los derechos humanos como una nueva forma de colonialismo que no debe ser impuesto en otros países.

Al final, la visión de China para el mundo es muy clara: una reescritura de las reglas creadas por Occidente para dar paso a un mundo regido por la competencia entre países, arreglos transaccionales, y la ausencia de valores y principios universales.

¿Esto hará más seguro al mundo? Muy probablemente no. Ya vimos la anuencia que Xi le mostró Vladimir Putin en su visita a Moscú; o los ejercicios militares chinos en la frontera con Taiwán. Lo único que logrará, como dice The Economist, es hacer el mundo más seguro para el Partido Comunista Chino.

Así que sigan celebrando la decadencia del Imperio Yanqui: Yo sólo les pregunto: ¿Prefieren vivir en el nuevo orden global “made in China”?

10/4/23

LA ESTUPIDEZ IMPERIAL

La estupidez humana es una de las fuerzas más importantes en la historia. 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Ahora que traemos en boga el tema de la estupidez (vean mi columna antepasada), dejen que les comparta una frase que me encontré por ahí: “La estupidez humana es una de las fuerzas más importantes en la historia”. 

¿Nada mal, verdad? Esta frase es de Yuval Noah Harari, quien la propone en un reciente artículo de The Atlantic titulado El Fin de la Nueva Paz. Y claro, basta ver lo que ocurre hoy en Europa del Este para darnos cuenta que la estupidez, la ceguera o la megalomanía de una sola persona pueden causar cismas geopolíticos y una enorme cantidad de sufrimiento humano.

Sin embargo, en su texto Harari nos invita a ver más allá de la coyuntura bélica actual para percatarnos que la guerra no debe ser considerada una presencia inevitable y natural en los asuntos humanos. Más bien, debemos considerar los conflictos armados cómo una herramienta cada día más obsoleta, a pesar de lo que nuestros instintos (y el news cycle) nos parezcan indicar. 

Consideremos primero que en las últimas décadas las guerras han cobrado muchas menos vidas que los suicidios, los accidentes de carretera o las enfermedades causadas por la obesidad. Harari indica que en 2019, cerca de 70,000 personas murieron en conflictos armados en el mundo, mientras que 700,000 se suicidaron, más de un millón murieron en accidentes de automóvil; y un millón y medio por diabetes.

Otro factor clave es el cambio semántico del concepto de “paz”. Por miles de años “paz” ha significado simplemente “la ausencia de la guerra”: breves periodos donde los reyes o emperadores decidían tomarse un descanso de invadir a su vecino para robarle territorio o recursos. Hoy la vida no funciona así, y para Harari el concepto de paz se ha transformado para significar “la imposibilidad de una guerra”.

Y claro, cuando esperabas que tu vecino te invadiera en cualquier momento para robarte tus recursos, haces todo lo posible para defenderte. Esto llevó a que durante milenios, la organización económica, política y social de cualquier Estado estuviera enfocada en la expectativa de algún conflicto inminente. 

Basta revisar los presupuestos de cualquier imperio, país o reino para ver cómo el gasto militar era su absoluta prioridad. Por ejemplo, el Imperio romano gastaba más del 50% de su presupuesto en su ejército; el Imperio Británico un 75 por ciento. Pero en el siglo XXI el promedio de gasto militar a nivel global es de 6.5%, con Estados Unidos apenas llegando al 11 por ciento. ¿En qué gastan ahora los gobiernos? En educación, salud, pensiones…


La pregunta clave es cómo logramos esta Nueva Paz. Harari ofrece tres razones:

1. Tecnología: El armamento nuclear incrementó el costo de la guerra, en particular entre grandes potencias. Iniciar un conflicto armado ahora es algo suicida.

2. Ganancias: Las guerras ya no pagan. Antes podías invadir y saquear los recursos naturales de tu vecino. Hoy la economía global se basa en el conocimiento, un commodity que no puede sustraerse a través de una invasión.

3. Cultura: La cultura en torno a la guerra también ha cambiado. Si antes se glorificaba e inmortalizaba, hoy la cultura se enfoca en exponer los horrores que causa. A esto hay que sumarle el espíritu de cooperación internacional que surgió a mediados del siglo pasado.

A pesar de estar viviendo en la era de la Nueva Paz, es obvio que no estamos a salvo. Putin se encargó de recordarnos esto. Hoy más que en cualquier momento de la historia reciente, el orden mundial internacional que permitió esta etapa incomparable en la historia humana está bajo asedio. 

¿Y entonces, qué terminará ocurriendo? Como bien indica Harari, la historia no es determinística. Tanto la guerra como la paz son decisiones humanas. El mayor problema es que la paz requiere de un trabajo organizado y a largo plazo para blindar las instituciones y normas universales. En cambio, una guerra puede detonarse en cualquier momento por la decisión de un solitario y estúpido individuo. ¡Así las cosas!

27/3/23

LAS FALSAS FOBIAS

Si alguien tiene alguna fobia serían algunos de estos grupos progres: una fobia a la razón y a la libertad.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Estoy seguro que todos ustedes han tenido un episodio embarazoso por las últimas transformaciones en el uso del lenguaje. Cada día nos encontramos un nuevo edicto de la Santa Inquisición ‘progre’ prohibiendo algún adjetivo, modificando un pronombre o censurando expresiones de uso popular. 

El problema no es nuevo. De hecho, una de mis primeras columnas publicada en esta prestigiosa revista (agosto 2015) fue precisamente sobre la suplantación del lenguaje en la sociedad por una especie de “neolengua” al estilo Orwelliano. 

En aquel momento argumentaba que para muchas personas, la vida parece ser muy cruda para describirla de manera directa; y que por esta razón, se habían  inventado un idioma descafeinado para maquillar la realidad. Dejen les comparto uno de los párrafos escritos en aquel primer texto: 

“En el México contemporáneo hemos dejado de tener ancianos o viejos, y en su lugar convivimos con “personas de la tercera edad”. Todos los ciegos se han convertido en gente “con impedimentos visuales”; los diabéticos, en “personas que viven con diabetes”; y los sordos, en “personas con discapacidad auditiva” (...) Nos percatamos también que vivimos en un país sin pobres, pues ahora México tiene “miembros de las clases sociales desfavorecidas”. Los vagabundos se fueron de la ciudad, y ahora quedan “personas en situación de calle”. Y ni hablar de los paralíticos, ellos también huyeron del país, dejando en su lugar a “personas con capacidades especiales”.

A ocho años de distancia, uno podría argumentar que no es precisamente equivocado suplantar conceptos y palabras por otras más ‘sensibles’ para referirnos a minorías, personas con discapacidad o grupos históricamente discriminados. Estoy de acuerdo, el idioma evoluciona junto con la sociedad y es bueno que seamos menos crudos y más civilizados.

Pero como bien indica el escritor John McWhorter (y antes lo dijo el comediante George Carlin), cambiar el lenguaje no cambia la realidad. Podemos desgarrarnos las vestiduras por aquellos que transgreden este nuevo lenguaje ‘sanitizado’, pero nada de esto sirve para ayudar a los grupos desfavorecidos a los que nos referimos. Cambiar el lenguaje no elimina el racismo, ni el clasismo, ni el machismo, ni nada. Quizás nos sintamos mejor al momento de hablar, pero las personas afectadas verán su realidad permanecer exactamente igual.

Un tema que ha tomado preponderancia últimamente es el del sobrepeso y la obesidad. Si nos basamos en el diagnóstico de la OMS llegamos a esto: “el sobrepeso y la obesidad son importantes factores de riesgo de algunas enfermedades crónicas, incluidas enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares, que son las principales causas de defunción en todo el mundo.” 

Estos son hechos, no opiniones. Y con esta evidencia, uno podría argumentar que el sobrepeso es -en esencia- malo para la salud. ¡Pues no! Atreverse a decir esto en público es motivo inmediato para ser acusado de “gordofobia” y en una de esas ser ‘cancelado’ por las buenas conciencias de la sociedad.

Esto es síntoma de un problema aún mayor: la prohibición de siquiera poder discutir abiertamente ciertos temas. A la obesidad pueden sumarle temáticas que afectan a mujeres, minorías raciales o personas del colectivo LGBT. Si no formas parte de estos grupos, entonces hablar de temas relacionados a sus causas está absolutamente prohibido.

Sobra decir que en una sociedad abierta, esto es inaceptable. Todas las opiniones deben de ser escuchadas y todos los temas merecen ser debatidos con racionalidad y respeto. Habrá opiniones buenas y otras malas, pero silenciar a cualquiera de ellas con acusaciones de “fobia” es una actitud autoritaria.

De hecho, la RAE describe a las fobias como una “aversión obsesiva a alguien o a algo” o un “temor irracional compulsivo”. Pero si alguien tiene alguna fobia serían algunos de estos grupos progres: una fobia a la razón y a la libertad.

13/3/23

LA ESTUPIDEZ MALVADA

La estupidez no puede ser tolerada como un asunto privado o de divertimento. Debemos crear conciencia de que la estupidez representa un peligro para las sociedades, para nuestra democracia y para la supervivencia de nuestra especie. 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


“Piensa en lo estúpido que es el individuo promedio, y date cuenta de que la mitad de las personas son más estúpidas que eso”.
- George Carlin

Empecemos con una provocación gratuita: la gente cada día es más estúpida. Basta con escuchar la música simplona (sí, el maldito reguetón) que domina la radio; o ver cómo los mayores éxitos del cine son películas de superhéroes con fórmulas y desenlaces agonizantemente predecibles; o cómo las teorías de conspiración pululan en las redes sociales y manipulan a millones de individuos. No leemos libros; nos informamos a través de memes; votamos por personajes claramente incompetentes…


Esta evidencia debería llevarnos a concluir que vivimos en la era más estúpida de la historia. ¡Pero alto! Que la situación es un poco más complicada de lo que parece. 

La evolución nos ha programado para detectar ciertas cualidades humanas. Todos identificamos a personas o acciones malvadas o bondadosas. ¿Pero alguien sabe realmente qué significa ser estúpido? ¿Qué tipo de personas clasifican para este adjetivo? Cuando lo piensan, la estupidez se convierte en un concepto escurridizo y subjetivo. ¿Cómo podemos señalar a la estupidez si no la comprendemos? 


A pesar de estas dificultades, resulta fundamental entender, detectar y denunciar a los estúpidos por una simple razón: la estupidez es destructiva y sumamente tóxica para una sociedad.

Esta es la hipótesis del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), quien argumenta en su ensayo “Sobre la estupidez” que esta condición no es sólo es una falta de inteligencia o conocimiento, sino una fuerza viva que influye en las acciones y decisiones de las personas.



¿Cómo detectar entonces a un estúpido? Para Bonhoeffer, algunos aspectos claves de estas personas son la complacencia, la conformidad y la indiferencia hacia la sociedad y el mundo. Dicho de otra forma, un estúpido no piensa de manera crítica, es insensible y no se relaciona con su entorno de manera reflexiva y responsable. 

Tomen nota de que -según Bonhoeffer- cualquier persona inteligente también puede ser un estúpido cuando no utiliza su intelecto para comprender y responder a las necesidades de los demás. Visto de esta manera, podemos ir detectando que la estupidez está más relacionada con la apatía que con la ignorancia.

¿Pero por qué nos debe de importar todo esto? Porque en el centro de la teoría de Bonhoeffer se encuentra una advertencia sobre los peligros de la estupidez. En concreto, que las personas estúpidas son más peligrosas que las malvadas.

Bonhoeffer argumenta que la maldad no solo es resultado de una acción intencionada a causar daño. El mal también puede surgir de la falta de conciencia, empatía y responsabilidad, rasgos que -como hemos visto- también son característicos de la estupidez.

Otro peligro es que la gente estúpida es fácilmente manipulable por alguien malvado. Ante la ausencia de pensamiento crítico, los estúpidos son ideales para aceptar narrativas falsas y seguir acríticamente a quienes están en el poder. De esta manera, se pueden convertir en cómplices involuntarios para toda clase de actos de crueldad e injusticia. El mismo Bonhoeffer lo experimentó cuando sus compatriotas decidieron encumbrar a los nazis, un régimen que terminó por enviarlo a un campo de concentración donde fue asesinado.

Si de algo puede servir esta reflexión es para comprender que la estupidez no puede ser tolerada como un asunto privado o de divertimento. Debemos crear conciencia de que la estupidez representa un peligro para las sociedades, para nuestra democracia y para la supervivencia de nuestra especie. 

Todos tenemos la responsabilidad de denunciar y atacar a la estupidez en cada momento. Tenemos la responsabilidad de apostar por la empatía y la responsabilidad. Ahora ya lo sabes… ¡Sólo tú puedes detener a un estúpido y salvar al mundo!

27/2/23

EL ÁNGEL EXTERMINADOR

Al final la realidad terminó por imponerse y terminamos con la deshonrosa condecoración de haber sido uno de los países con el peor desempeño durante la pandemia.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Febrero está marcado por dos pecados capitales: la gula y la lujuria. El primer pecado aparece en la Fiesta de la Candelaria, evento que conmemora el inevitable fin de todas las dietas que iniciaron a principios del año. El segundo llega el 14 de febrero, fecha que desata las más bajas pasiones en todas las edades, en todos los géneros y todos los estratos sociales.

Pero hoy quiero proponerles agregar un tercer pecado a este mes: la soberbia. ¿Por qué? Porque febrero quedará por siempre marcado como el mes cuando inició uno de los periodos más mortíferos y de mayor incompetencia en la historia de nuestro país. 

Fue un 27 de febrero del 2020 cuando detectamos el primer caso de covid-19; lo que a su vez desató una de las actuaciones más lamentables de nuestras autoridades sanitarias. Una actuación marcada por la vanidad, el desprecio y la arrogancia (todas características de la soberbia), y que al final se manifestaron principalmente en un individuo: el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell. O para mayor efecto dramático: el Ángel Exterminador de México.

Empecemos con lo más básico: nuestro país fue el segundo a nivel global con la tasa de mortalidad más alta por covid-19 (después de Perú); y fuimos el primer lugar en número de muertes entre los trabajadores de salud. Entre el 2020 y 2022, México registró 650,000 defunciones excesivas acumuladas; o sea, más de medio millón de personas que murieron por encima del promedio anual de años previos. 

El peso y la importancia de esta cifra no debe pasarse de alto: es por mucho la temporada más mortífera en la historia de México, superando con creces -y en apenas 36 meses- las muertes violentas de todo el periodo revolucionario a principios del  siglo XX, las cuáles -dicen los expertos- rondan entre 300 y 500 mil personas. Eso sí, la Revolución duró una década, mientras que la hecatombe de Gatell se dio en apenas tres años.


Claro que todas estas muertes no fueron causadas exclusivamente por el SARS-CoV-2. El gobierno federal indica que cerca de 350 mil fallecimientos fueron por el virus. ¿Pero entonces… de dónde salen los otros 300 mil muertos? 

Obviamente decenas de miles son cifras traspapeladas por el mal conteo gubernamental que por mucho tiempo nos habló de una “neumonía atípica”. Otra gran parte de esta cifra fueron personas que perdieron la vida por no lograr atender sus enfermedades coyunturales; situación que fue agravada por el desmantelamiento del sistema de salud (también obra de Gatell), la saturación hospitalaria, la falta de respiradores y el desabasto de medicamentos.

La explicación de esta catástrofe se resume en la simple y absoluta incompetencia de nuestras autoridades sanitarias. Incompetencia que se vio agravada por la soberbia, pues no olvidemos que durante meses López Gatell nos mintió reiteradas veces; manipuló y cucharear cifras de infectados y muertos para engañarnos; nos inventó unos semáforos y “fases” de pandemia que fueron un total fiasco; y nos enjaretó a unas caricaturas (Susana Distancia y amigos) como si fueran políticas públicas sensatas.

Como ahora sabemos, al final la realidad terminó por imponerse y terminamos con la deshonrosa condecoración de haber sido uno de los países con el peor desempeño durante la pandemia.

Más allá de la tragedia en vidas humanas, debemos lamentarnos por cómo hemos manejado nuestra memoria colectiva. Como sociedad nos hemos olvidado de la calamidad que representó López Gatell. No existe siquiera una reflexión sobre lo que ocurrió en los últimos tres años. Tampoco ha habido consecuencias. De hecho, hoy Gatell tiene más poder que nunca, habiendo ampliado el poder de su subsecretaría. ¡Y nadie levanta una ceja!

Así que cada febrero no olviden engolosinarse en tamales y amor. Pero también sepan que este mes vivirá en la infamia por culpa del Ángel Exterminador, que no pudo protegernos de una pandemia, ni de su propia soberbia.

13/2/23

LA REVUELTA DE LOS ABURRIDOS

¿Sirve de algo aburrirnos o hacemos bien en buscar evitarlo? Comprender esto resulta clave para explicar ciertos padecimientos sociales en nuestra vida individual e incluso en países enteros.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Vivimos en una cultura donde el aburrimiento está prohibido. Cualquier asomo de este estado emocional nos obliga a sacar nuestros teléfonos para “entretenernos” con cualquier cosa. Poco importa perder un par de horas viendo videos estúpidos, la prioridad es una: ¡Prohibido aburrirse! 

Pero este esfuerzo es inutil. El aburrimiento es ineludible y termina por volver con venganza. Pero hay que preguntarnos algo: ¿Sirve de algo aburrirnos o hacemos bien en buscar evitarlo? Comprender esto resulta clave para explicar ciertos padecimientos sociales en nuestra vida individual e incluso en países enteros.



En una entrevista con El País, la investigadora y filósofa española Josefa Ros Velasco, nos alumbra sobre este tema. La Premio Nacional de Investigación y autora de “La enfermedad del aburrimiento” indica que debemos partir de que el aburrimiento es algo completamente innato en los seres humanos; y que bien pudo ser “esencial” para el proceso evolutivo de nuestra especie.

La razón es simple: cuando alguien se siente aburrido (y esto aplica para nuestros antepasados paleolíticos), nuestra mente nos obliga a buscar alguna novedad a nuestro alrededor para escapar de este desagradable sentimiento. Quizás por esto empezamos a  tener “conversaciones cada vez más complejas (y) a imaginar el futuro”; acciones que son clave para establecer una protocultura.

Hoy el aburrimiento nos sigue motivando al cambio, porque este malestar “surge cuando nuestra relación con el entorno deja de satisfacernos”, indica Ros. Esto nos obliga a realizar una fuga hacia un futuro pues nuestro presente ha quedado “obsoleto”.

Todo esto suena beneficioso. Pero como explica Ros Velasco, existen millones de personas para quienes el aburrimiento no funciona como un paso para nuevas experiencias, sino que se los lleva a los abismos del alcohol y las drogas, a comportamientos antisociales y violentos; o incluso a destruir una democracia.

Esto me lleva a recordar un texto que escribí hace tiempo (“La Soledad Radicalizadora”) donde retomé las reflexiones de Hannah Arendt sobre el sentimiento de la soledad y cómo éste era un elemento clave para explicar el auge de Estados totalitarios en el siglo pasado. ¿Qué proponía Arendt? Que los ciudadanos ‘solitarios’ suelen apoyar a los gobiernos autocráticos, ya que la narrativa y propaganda de estos regímenes les inculca un propósito en sus vidas al hacerlos protagonistas en un gran movimiento dramático y épico.

Algo similar podemos deducir del aburrimiento. Ros Velasco indica que este estado emocional también puede infectar a sociedades enteras. En ciertos casos, puede ayudar una cultura a renovarse y resurgir más vibrante; pero también puede causar una inestabilidad generalizada que lleve a revueltas sociales o puede empujar a los votantes a elegir a políticos populistas disruptivos sólo para sacudir el status quo y hacer más ‘interesantes’ sus vidas cotidianas.

Lo preocupante es que hoy tenemos a millones de ciudadanos que viven en un constante sentimiento de soledad y de aburrimiento. Emociones que podrían poner en jaque nuestro andamiaje democrático o rasgar el tejido social.

Vivimos regidos por un sistema de valores que está basado (en parte) en el materialismo y el consumismo. Un mundo donde nuestras expectativas se distorsionan por el contenido que vemos en redes sociales. Una cultura que celebra la frivolidad, lo pasajero y lo desechable; donde ningún evento, producto o contenido logra atrapar nuestra atención por más de cinco minutos.

Ver al mundo bajo esa óptica inevitablemente lleva a las personas al hastío; y las consecuencias para nuestro sistema democrátco están a la vista: sociedades hartas y aburridas que arman una revuelta social sin sentido (como en Chile o en Washington DC) o que gustosamente votan por un Trump o un Bolsonaro sólo para ver al mundo arder. Y bueno… si el mundo se va a ir a la mierda, ¡que por lo menos sea entretenido!

30/1/23

OK COMPUTER

Millones de empleos podrían peligrar o quedar en el limbo con la implementación de la IA en el mundo cotidiano, incluyendo mi profesión de periodista. 

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú



Como escritor y entusiasta de la tecnología, busco constantemente herramientas nuevas e innovadoras que puedan ayudarme a optimizar mi trabajo y dar vida a mis ideas. Por eso me intrigó encontrar ChatGPT, un poderoso modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI. En esta columna, quiero compartir mis pensamientos sobre ChatGPT y su potencial para revolucionar la forma en que nos comunicamos y creamos.

A ver, a ver, a ver… No le hagan caso a eso que acaban de leer. Porque ese párrafo espurio es en realidad propaganda escrita por un robot, o mejor dicho, por la inteligencia artificial (IA) detrás de ChatGPT. ¿Cómo escribió esa introducción? Simplemente le ordené al robot: “Escribe una entrada para mi columna de opinión en Vértigo donde hablaré sobre ChatGPT”. ¿Bastante interesante, verdad?

Para los que no lo sepan, este programa es un chatbot que fue lanzado a finales de 2022 por la empresa OpenAI (cofundada por Elon Musk en 2015) que genera y predice respuestas con base en la información que existe en Internet; también tiene la capacidad de adaptarse y aprender de manera continua.

Y ahora sí, ahí les va mi veredicto: durante las últimas semanas he estado platicando con esta inteligencia artificial y debo decir que estoy bastante impresionado. ChatGPT parece tener la capacidad de entender perfectamente lo estás preguntando o pidiendo (sólo en idioma inglés); y responde de tal manera que nos coloca en ese famoso “valle inquietante”, donde es imposible deducir si quien responde es un humano o una máquina.

Uno puede pedirle prácticamente cualquier cosa: explicar una ecuación científica; escribir una columna de opinión o una tésis académica; resumir cualquier libro famoso; arreglar un código web; idear un nuevo final para una serie de televisión; crear poesía al estilo de cualquier autor o una letra de una canción como si fuera escrita por David Bowie (o quien gusten); ah sí, y también sabe contar chistes (bastante malos). Lo fascinante es que incluso cuando el robot se equivoca, basta con hacerle notar su error para que genere una respuesta más acertada.

Ahora bien, por más ingeniosa que sea la tecnología detrás de ChatGPT la realidad es que deja mucho qué desear en cuestión de análisis profundo sobre el mundo y la vida humana. Claro, el robot podrá tener toda la información a su alcance, pero cuando buscas predicciones económicas o políticas del mundo, llegarás a un callejón sin salida. Lo mismo ocurre con toda cuestión metafísica: te da puro rollo blandengue.

Bueno… ¿y por qué nos importa este tema? En primer lugar, porque ChatGPT es el primer chatbot respaldado por IA que ha logrado alcanzar un nivel sin precedentes en comprensión y comunicación humana. Es tan bueno y eficiente que muchos analistas ya están vaticinando el fin de los ensayos escolares, ya que la IA puede escribir un texto sobre cualquier tema, en cualquier estilo y lenguaje que desees. 

Y esto nos lleva a nuestro segundo punto: la disrupción que podría causar algo como ChatGPS en el largo plazo. Porque si algo queda claro, es que la IA es un tipo de tecnología que no tiene un final determinado: Similar a lo que ocurrió con la aparición de las computadoras personales o los iPhones, simplemente seguirá evolucionando y encontrando nuevas aplicaciones.

Hoy ya está causando cismas en el mundo académico y artístico (revisen DALL-E-2, también de OpenAI); pero mañana podrá estar creando composiciones musicales, realizando edición de video, dando consultas médicas o psicológicas, o creando nuevos medicamentos o agentes biológicos.

Todo esto nos lleva a una conclusión ineludible: millones de empleos podrían peligrar o quedar en el limbo con la implementación de la IA en el mundo cotidiano, incluyendo mi profesión de periodista. Pero no nos aceleremos, que este arroz todavía no se ha cocido. 

Si ustedes quieren comenzar este viaje fantástico, aquí les dejo el enlace para cotorrear con ChatGPT. ¡Juzguen ustedes mismos! https://chat.openai.com/chat

16/1/23

FILIAS Y FOBIAS: EDICIÓN 2023

A pesar de mi recurrente desencanto, este 2023 lo empiezo con una sana dosis de optimismo. La razón es muy sencilla: el 2022 no fue tan calamitoso como pudo haber sido y éste podría ser igual.

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú



¡Estamos de vuelta! Otro inicio en esta carrera sisífica que a muchos nos llena de esperanza y a otros de pavor (o una combinación de ambas). ¿Qué debemos pensar de este año que inicia? 

A pesar de mi recurrente desencanto, este 2023 lo empiezo con una sana dosis de optimismo. La razón es muy sencilla: el 2022 no fue tan calamitoso como pudo haber sido y éste podría ser igual. ¡Pero no hay que confiarse! Así que antes de aventarse como el Cándido de Voltaire a esta nueva vuelta al Sol, veamos qué cosas podrían salir terriblemente mal y cuáles quizá no tan mal:

1. COVID EN CHINA. Algo preocupante es la nueva epidemia en China. No es un deja-vu… hoy China está teniendo sus peores cifras de SARS-CoV-2, tras terminar su absurda y alucinante política de “cero-covid” (que involucraba encerrar a millones de personas por largos periodos de tiempo). Esta política era insostenible, pero al dejar libres a millones de personas sin vacunación habrá nuevas mutaciones del virus que después podrían llegar a Occidente y arruinarnos la fiesta. ¡Aguas!

2. SUFRIMIENTO EN UCRANIA. El improvisado ejército de Ucrania ha sorprendido por su valentía y resiliencia en el campo de batalla; pero la maquinaria bélica de Rusia está lejos de agotarse. Tras numerosos reveses y retrocesos, Vladimir Putin cambió de estrategia y ahora se enfoca en dejar en ruinas a una nación que no permitió dominarse. Esta campaña de terror está causando enorme sufrimiento al destruir toda clase de infraestructura. Sumen a los 300,000 soldados que Rusia agregó a su ejército y la cosa no parece que terminará pronto.

3. RECESIÓN. Empezando el año con optimismo, la directora del FMI, Kristalina Georgieva, advirtió que una tercera parte de la economía global podría caer en recesión debido a que EE.UU, China y la UE se “están ralentizando simultáneamente”. ¡Qué manera de motivar al mundo!

4. CAMBIOS DEMOGRÁFICOS. Algo que no es bueno ni malo, solo curioso. De acuerdo con las predicciones de la ONU, en abril la India se convertirá en el país más poblado del mundo, superando a China. Aunque si me preguntan, con tantas broncas en el mundo yo diría que ya urge reducir la población global. ¡Pero desde ayer!

5. NO HABRÁ GUERRA NUCLEAR. La firma Good Judgment (que se jacta de tener a los mejores “super-predictores” en sus filas), afirma que sólo el 17% de sus expertos creen que las tensiones entre China y Taiwán escalen este año; y sólo un 5% dicen que Rusia pueda detonar un arma nuclear en Ucrania. ¡Son buenos números!

6. POLÍTICA MEXICANA. Este año será clave. Más allá de las elecciones en el EdoMex y Coahuila, las “corcholatas” de Morena tendrán un año ajetreado. Seguro veremos toda clase de chicanadas, descalificaciones y jugarretas en su camino por ser el “elegido” para la elección del 2024. El peligro: una fractura profunda al interior de Morena que lleve a una guerra fratricida en búsqueda del poder. 

7. TRUMP REGRESA. Tampoco podemos ignorar que nuestro vecino tiene elecciones presidenciales el próximo año. Donald Trump ya se destapó como contendiente, pero sus problemas legales podrían descarrilar su plan de retomar la Casa Blanca. ¿Estamos viendo el final de la Era Trump o sólo un breve paréntesis? De pronóstico reservado.

8. HAMBRUNA EN SOMALIA. Cerramos con la noticia más trágica. Como indica el International Rescue Committee, Somalia se encuentra en medio de su quinta temporada de lluvias fallida. Agreguen la crisis política y al terrorismo de Al-Shabab y para mediados del 2023, más de 8 millones de personas -casi la mitad de la población- vivirán niveles críticos de inseguridad alimentaria y una hambruna generalizada a nivel nacional. ¡Hay que ayudar!

Pues ahí lo tienen. Un vistazo a la bola de cristal de Walter Mercado para que anden a las vivas este año. Quizá no moriremos en una guerra nuclear, pero hay que ahorrar unos pesos porque la cosa viene dura (no empiecen). Les deseo mucha suerte, y como dijo Echeverría: ¡Arriba y adelante!

19/12/22

CINCO NUEVAS LUCES EN EL ABISMO

Si están leyendo estas líneas sólo significa una cosa: ¡Lograron sobrevivir al 2022! 

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú



Si están leyendo estas líneas sólo significa una cosa: ¡Lograron sobrevivir al 2022! 

Y no es poca cosa. Porque después del apocalipsis pandémico, todos creímos que el 2022 sería -por fin- un paseo en la playa: teníamos vacunas, el fin de los encierros y la promesa de una recuperación económica. ¡El futuro de la humanidad se presentaba resplandeciente!

Esto no se cumplió. Arrancamos el año con la novedad de que Vladimir Putin se quería merendar a Ucrania; Nuevo León se quedó sin agua; se nos murió la Reina Isabel; luego Xi Jinping se coronó como el hombre más poderoso del mundo; y los mercados de criptomonedas colapsaron. Miren, se los he dicho muchas veces pero no hacen caso: ¡No hay tregua, raza!

Pero no hay que deprimirnos y mucho menos en épocas de vacaciones. Así que rescatemos una bonita práctica que inicié hace tiempo en este espacio (ver Vértigo#979 donde me atreví a describir al 2019 como “agotador”. ¡Ternurita!) y hablemos de cinco cosas buenas que sucedieron durante esta última vuelta al sol, con la esperanza de cerrar bien el año. ¡Arre!:

Número 1: Avances espaciales
Este año vimos un tremendo avance en misiones espaciales que nos devuelven la esperanza en la humanidad. Logramos golpear un asteroide a 11 millones de kilómetros de distancia y sacarlo de órbita como parte de un programa de defensa planetaria; la NASA lanzó con éxito su misión de Artemis I que como preámbulo para enviar astronautas de vuelta a la Luna y establecer una base permanente; y por si fuera poco, entró en operación el telescopio James Webb, que nos sigue regalando fotografías extraordinarias para conocer aún más nuestro lugar en el Cosmos.

Número 2: La defensa de la democracia liberal
Este año nos dejó una lección importante: la democracia liberal no está muerta y un futuro autoritario tampoco es inevitable. En Brasil vimos la derrota de Jair Bolsonaro que retiró a la democracia más grande de América Latina (y a la selva más importante del planeta) de un oscuro abismo. También vimos protestas masivas en Irán contra un régimen teocrático fosilizado y corrupto. Nos alegramos de la derrota de los Republicanos conspiracionistas apoyados por Donald Trump en las elecciones intermedias de Estados Unidos; e incluso vimos manifestaciones insólitas en China contra las medidas draconianas para combatir al covid-19. Si alguien creía que la democracia estaba muerta, el 2022 demuestra que todavía tiene pelea.

Número 3: Pollos de laboratorio
Esta noticia es medio rara, pero la FDA de Estados Unidos autorizó a una empresa en California vender carne de pollo que fue creada en un laboratorio. De popularizarse este tipo de comida, estaríamos evitando el sufrimiento de millones de animales y ayudando a reducir las emisiones de gases en la industria agroalimentaria (14.5% del total). Hoy pueden ser los pollos, pero mañana podríamos estar comiendo carne de cerdo o de res producidas de manera ética y sustentable. 

Número 4: La economía no colapsó
Empezamos el año esperando una recuperación económica que se desinfló para el segundo mes (¡Gracias, Vladimir Putin!). La buena noticia es que a pesar del crecimiento económico paupérrimo, la recesión -¡o una nueva gran depresión!- que muchos esperaban tampoco se manifestó. Sí, la inflación sigue muy alta y las cadenas de suministro están hechas un desastre… ¡pero al menos no implosionó la economía mundial!

Número 5: ¡Logramos evitar la Tercera Guerra Mundial!
Y esto no es cosa menor. Porque aunque el conflicto entre Rusia y Ucrania sigue causando un enorme sufrimiento, la buena noticia es que no escaló para convertirse en un intercambio nuclear entre Putin y Occidente. 

¡Ahí lo tienen! Cinco cosas para agradecer y alegrarse en estas fiestas decembrinas. Pero yo termino el año con una reflexión: Ya no saquearon, pero no nos volverán a saquear: ¡No se confíen del 2023!