La estupidez no puede ser tolerada como un asunto privado o de divertimento. Debemos crear conciencia de que la estupidez representa un peligro para las sociedades, para nuestra democracia y para la supervivencia de nuestra especie.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
“Piensa en lo estúpido que es el individuo promedio, y date cuenta de que la mitad de las personas son más estúpidas que eso”.
- George Carlin
Empecemos con una provocación gratuita: la gente cada día es más estúpida. Basta con escuchar la música simplona (sí, el maldito reguetón) que domina la radio; o ver cómo los mayores éxitos del cine son películas de superhéroes con fórmulas y desenlaces agonizantemente predecibles; o cómo las teorías de conspiración pululan en las redes sociales y manipulan a millones de individuos. No leemos libros; nos informamos a través de memes; votamos por personajes claramente incompetentes…
Esta evidencia debería llevarnos a concluir que vivimos en la era más estúpida de la historia. ¡Pero alto! Que la situación es un poco más complicada de lo que parece.
La evolución nos ha programado para detectar ciertas cualidades humanas. Todos identificamos a personas o acciones malvadas o bondadosas. ¿Pero alguien sabe realmente qué significa ser estúpido? ¿Qué tipo de personas clasifican para este adjetivo? Cuando lo piensan, la estupidez se convierte en un concepto escurridizo y subjetivo. ¿Cómo podemos señalar a la estupidez si no la comprendemos?
A pesar de estas dificultades, resulta fundamental entender, detectar y denunciar a los estúpidos por una simple razón: la estupidez es destructiva y sumamente tóxica para una sociedad.
Esta es la hipótesis del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), quien argumenta en su ensayo “Sobre la estupidez” que esta condición no es sólo es una falta de inteligencia o conocimiento, sino una fuerza viva que influye en las acciones y decisiones de las personas.
¿Cómo detectar entonces a un estúpido? Para Bonhoeffer, algunos aspectos claves de estas personas son la complacencia, la conformidad y la indiferencia hacia la sociedad y el mundo. Dicho de otra forma, un estúpido no piensa de manera crítica, es insensible y no se relaciona con su entorno de manera reflexiva y responsable.
Tomen nota de que -según Bonhoeffer- cualquier persona inteligente también puede ser un estúpido cuando no utiliza su intelecto para comprender y responder a las necesidades de los demás. Visto de esta manera, podemos ir detectando que la estupidez está más relacionada con la apatía que con la ignorancia.
¿Pero por qué nos debe de importar todo esto? Porque en el centro de la teoría de Bonhoeffer se encuentra una advertencia sobre los peligros de la estupidez. En concreto, que las personas estúpidas son más peligrosas que las malvadas.
Bonhoeffer argumenta que la maldad no solo es resultado de una acción intencionada a causar daño. El mal también puede surgir de la falta de conciencia, empatía y responsabilidad, rasgos que -como hemos visto- también son característicos de la estupidez.
Otro peligro es que la gente estúpida es fácilmente manipulable por alguien malvado. Ante la ausencia de pensamiento crítico, los estúpidos son ideales para aceptar narrativas falsas y seguir acríticamente a quienes están en el poder. De esta manera, se pueden convertir en cómplices involuntarios para toda clase de actos de crueldad e injusticia. El mismo Bonhoeffer lo experimentó cuando sus compatriotas decidieron encumbrar a los nazis, un régimen que terminó por enviarlo a un campo de concentración donde fue asesinado.
Si de algo puede servir esta reflexión es para comprender que la estupidez no puede ser tolerada como un asunto privado o de divertimento. Debemos crear conciencia de que la estupidez representa un peligro para las sociedades, para nuestra democracia y para la supervivencia de nuestra especie.
Todos tenemos la responsabilidad de denunciar y atacar a la estupidez en cada momento. Tenemos la responsabilidad de apostar por la empatía y la responsabilidad. Ahora ya lo sabes… ¡Sólo tú puedes detener a un estúpido y salvar al mundo!