En el marco de pensamiento de Shakira, un individuo educado que decida no realizar una actividad "productiva" y que genera un "retorno" para el Estado, es por consiguiente un individuo inservible y fracasado.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
En el imaginario colectivo, el nombre de Shakira Mebarak Ripoll probablemente remite a una cálida vereda tropical de erotismo y sensualidad. No existe duda que las caderas de la señora Mebarak han cautivado al mundo entero, al igual que su Waka Waka y el resto de su música ramplona. Recientemente, el nacimiento de su hijo primogénito volvió a colocar a doña Shakira en los titulares de los diarios internacionales, para deleite de todo amante de la frivolidad farandulera.
Más allá de su intensa voluptuosidad, la Loba de Colombia también mantiene un perfil de vida menos superficial, aunque generalmente oculto de los reflectores y los paparazzi. Como sucede con relativa frecuencia en el mundo artístico, -basta con pensar en el insoportable zopenco conocido popularmente como Bono- la señora Ripoll también ha decidido dividir su tiempo entre hacer música e intentar salvar al mundo. Su proyecto filantrópico: mejorar la educación de los infantes.
Podría juzgarse de monstruoso que intente cuestionar el loable trabajo que Shakira intenta realizar con sus organizaciones sociales. No existe duda que la educación de los niños es algo fundamental para el desarrollo cívico de una sociedad, y que este tema debe de ser prioritario en la agenda de todo gobierno responsable y civilizado.
Sin embargo, en el caso particular de Shakira resulta evidente que ella decidió tomar una dirección sumamente controversial y cuestionable con su proyecto social. Pues aun cuando el objetivo sea muy meritorio, nuestra ninfa colombiana parece que se ha metido en la cama con personas mal halladas y mal averiguadas.
La revelación de su polémico proyecto ocurrió durante la VI Cumbre de las Américas, celebrada en 2012 en Cartagena de Indias. En su discurso pronunciado frente a los líderes políticos y económicos del continente, Shakira habló de la dignidad que la educación otorga a los ciudadanos y la forma en la que la enseñanza temprana ayuda a poblaciones enteras de América Latina a escapar de la pobreza. Hasta el momento, todo parece ir muy bien…
Pero de pronto, a mitad de su discurso, la señora Ripoll develó la base filosófica que sustenta a su programa social: el filantrocapitalismo.
A simple vista, el filantrocapitalismo parece ser un concepto en extremo coherente. Según el marco teórico que Shakira describe, esta ideología pretende dejar atrás la simple entrega de caridad para transformar la ayuda social en programas que inviertan inteligentemente en la sociedad, generen un impacto positivo perdurable y logren eliminar los problemas sociales desde la raíz.
No obstante esto, en el núcleo del filantrocapitalismo se descubre una noción sumamente torcida. Durante su ponencia, -sin siquiera inmutarse por un momento-, la Loba fue llevando gradualmente a esta ideología hasta su extremo materialista más absurdo.
En palabras de ella misma: “existe una enorme evidencia que educar a los jóvenes es la mejor inversión que una nación puede realizar. ¿Por qué?, bueno, porque ofrece los retornos inmediatos, más altos y más acelerados que cualquier otro retorno en cualquier otro tipo de inversión social.”
Resulta inmediatamente sospechoso que conceptos como “educación” y “retorno” se encuentren en una misma oración. Algunos podrían alegar que la palabra “retorno” puede significar mil cosas en este contexto, pero la realidad es distinta: Shakira hace referencia específica a retornos económicos y monetarios. No conforme con esta barbaridad, la señora decide agregar: “ustedes que son los expertos en negocios, yo creo que se dan cuenta que está clarísimo que esto es un buen negocio para todos.”
Cuando se pensaba que su propuesta no podría ser más inadmisible, Shakira entonces da el golpe maestro y lleva su argumento a un nivel más perverso. Haciendo un llamado a los empresarios para que ellos también se involucren en proyectos educativos, esta ninfa los tienta argumentando que, invertir en la educación de un ciudadano “crea potencialmente un cliente valioso para ustedes y por eso este tipo de inversión (…) representa lo mejor para ustedes y lo mejor para sus empresas”.
Con la perversión del filantrocapitalismo al descubierto, el mensaje de la señora se observa como un llamado a formar ciudadanos educados, -no para que escapen del oscurantismo y la ignorancia y logren mejorar su vida-, sino para que en un futuro puedan unirse a las largas filas de consumidores. Un mensaje que sin duda hace eco en uno de los mayores problemas ideológicos de la actualidad: la idea de que para que algo sea considerado útil y valioso, debe de ser capitalizable y generar ingresos en un futuro.
En este marco de pensamiento, un individuo educado que decida no realizar una actividad “productiva” y que genere un “retorno” para el Estado, es por consiguiente un individuo inservible y fracasado. Una idea por más inaceptable como absurda.
Aunque resulta necesario aceptar que existen diversas perspectivas para acercarse al tema de la filantropía, es menester recordar que en esta materia el fin no justifica a los medios. En algunos casos, -como en la versión del filantrocapitalismo promovida por Shakira-, la ideología inherente en los proyectos sociales puede resultar más perjudicial que benéfica para aquellos a quienes se intenta brindar asistencia.
Sin embargo, para el caso de nuestra Loba colombiana, quizá contar con una masa de consumidores confundidos sea precisamente lo que ella necesite. Pues sólo con una población programada para consumir se podría entender cómo su música vulgar se sigue vendiendo diariamente en todo el mundo.