Si Joe Biden pierde su reelección y nos encontramos a Donald Trump o a Ron DeSantis en la Casa Blanca, a México le tocará la Ley de Herodes.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Mientras en México seguimos con la eterna (y aburrida) telenovela de las corcholatas en perpetuo estado ‘semi destapado’, nuestros vecinos del norte no se andan con fregaderas y ya echaron a andar su circo de tres pistas. Señores y señoras, bienvenidos a las campañas presidenciales de Estados Unidos: el mayor espectáculo del mundo.
Creo que es imposible negar el morbo que generan las elecciones gringas; un morbo que proviene de las enormes consecuencias de toda esta rebambaramba. A diferencia de cualquier democracia en el mundo, quien resulte vencedor aquí será la persona más poderosa del mundo. Nos guste o no, el futuro del planeta depende de lo que ocurra el próximo noviembre en el Imperio Yanqui.
Debo admitir que los Demócratas se han visto muy blandengues esta temporada. Sólo un par de contendientes -totalmente desconocidos- estarán dizque retando a Joe Biden. Bueno, tan soporífero está el lado Demócrata que Biden va de nuevo a la guerra con su actual vicepresidenta, Kamala Harris, que durante dos años ha sido menos interesante e igual de eficiente que una pantufla vieja.
¡Ah! Pero los Republicanos sí saben de diversión. Oscura, retorcida y racista, pero diversión finalmente. Este bando está hoy liderado por Donald Trump, pero con la reciente entrada del gobernador de Florida, Ron DeSantis, me parece que tenemos asegurado un absoluto y reverendo relajo de aquí a noviembre 2024.
Todo esto me lleva a la pregunta del millón: ¿Qué diablos vamos a hacer si gana alguno de estos candidatos Republicanos? Porque podemos amar u odiar a Andrés Manuel López Obrador, pero reconozcamos que este señor es un viejo lobo de mar que logró navegar (y sobrevivir) a la presidencia de Trump y ha toreado de manera eficiente a Biden, particularmente en temas de comercio, democracia y las recientes crisis de migrantes y fentanilo.
Pero imaginemos un futuro próximo donde Biden termine derrotado y donde Trump 2.0 o DeSantis sean el nuevo presidente de Estados Unidos.
El primer factor novedoso es que para noviembre del siguiente año ya tendremos nuevo presidente en México. En este escenario, quizás la única corcholata que inspira algo de consuelo es Marcelo Ebrard, quien al frente de Relaciones Exteriores ha negociado diversos acuerdos con Trump y Biden. ¿Pero se imaginan a Claudia Sheinbaum negociando con alguno de estos dos misóginos? ¿O creen que Adán Augusto demuestre genialidad diplomática? ¡Dios nos libre!
El segundo factor es aún más terrorífico: la radicalización que ha sufrido la derecha en Estados Unidos. Cuando Trump lanzó su campaña en junio de 2015, todo su discurso fue causa de escándalo. A ocho años de distancia, podemos ver el cambio que se ha dado en la Ventana de Overton, donde llamar “violadores” a los migrantes ya no ruboriza a nadie; ahora hay que amenazar con invadir militarmente a México para crear impacto.
A esto sumemos que la era trumpista evidenció que sólo basta un poco de inteligencia, metodología y capacidad para quebrar a una democracia. En su tiempo, la ignorancia e improvisación de Trump evitó este escenario, pero hoy parece haber aprendido de sus errores. Por su parte, DeSantis lleva años jugando con las fuerzas oscuras del etnonacionalismo, y todos lo ven como un personaje inteligente, metódico y calculador. La victoria de cualquiera representaría una amenaza letal para la República norteamericana, con todas las consecuencias imaginables para México.
Ahora bien, me queda claro que falta demasiado tiempo para que esto quede definido; y en numerosas ocasiones hemos visto a candidatos fuertes desmoronarse y caer por el despeñadero democrático.
Pero algo es absolutamente seguro: si Joe Biden pierde su reelección y nos encontramos a Trump o DeSantis en la Casa Blanca, a México le tocará la Ley de Herodes. Así que vayan por palomitas y abróchense sus cinturones porque esto se va a poner bueno. Welcome to the greatest show on Earth!