¿Están dispuestos a vender su democracia en una apuesta por el desarrollo? ¿Suena tentador?
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
En mi columna anterior les conté sobre mi reciente viaje a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) para comparar el enorme éxito que han tenido en los últimos 50 años contra los fracasos de México.
Para los despistados, una breve recapitulación: mientras aquí despilfarramos la bonanza petrolera, quebramos al país varias veces y ahora estamos hundidos en violencia, pobreza y la polémica por un mentado tren; los Emiratos aprovecharon su petróleo para crear uno de los países más prósperos del mundo, con uno de los mayores PIB per cápita y donde ahora se preocupan por conquistar el espacio exterior.
Quizá más impresionante es que en 1971 México era ya un país moderno, urbanizado y con incontables recursos naturales (incluyendo petróleo), mientras que los EAU eran una colección de reinos sobreviviendo al calor y a las inclementes dunas de arena.
Ahora la pregunta del millón: ¿Queremos “emiratizar” a México? Si esa es nuestra intención, entonces les dejo este pequeño manual:
1. A la fregada la democracia. En primer lugar, olvídense de votar y de elegir a sus gobernantes. En los EAU todo el poder lo ostentan una colección de familias y ellas son dueñas de prácticamente todo. ¿Partidos políticos? ¡Olvídenlo! ¿Organizaciones de la sociedad civil? ¡Ni soñando! En los Emiratos hay un patrón y todos se cuadran.
2. Cero prensa independiente. Ya que nos deshicimos de las engorrosas elecciones, tampoco esperen criticar públicamente al régimen. En los Emiratos la prensa está controlada y todas las voces disidentes reciben uno de los tres “ierros” de Gonzalo N. Santos: encierro, destierro o entierro.
3. Eliminemos impuestos. No crean que todo es turbio. Un aspecto fascinante de los EAU es que no existe el ISR ni otros de los impuestos fastidiosos de México. El gobierno también extiende excepciones fiscales a las empresas que se instalan en su territorio durante los primeros años de operación. ¿Pero si nadie paga impuestos, de dónde sacan lana?
4. Gobierno empresario. ¡Ah! Pues como ya se mencionó, en los EAU los emires son los patrones del changarro. Esto significa que en todas las áreas de la economía vemos al gobierno involucrado. Por poner un ejemplo, fue a través de una constructora público-privada que se construyeron las maravillas arquitectónicas de Dubai. Y claro, no olvidemos el control del gobierno en la industria petrolera.
5. Ciudadanos VIP. A diferencia de México la ciudadanía emiratí sólo se otorga bajo el modelo de jus sanguinis; o sea… nadie es ciudadano si no tiene padres originarios de los Emiratos. ¿Qué significa esto? Que de los 10 millones de habitantes en los EAU, sólo el 1 de cada 10 es ciudadano con todos los derechos. ¿Y el resto de la banda? Ellos son considerados simples trabajadores invitados. ¡Pero ojo! Ser ciudadano emiratí significa recibir onerosos apoyos del gobierno, subsidios para tu familia, y otras regalías. O sea, hay que separar a la población entre los VIP y la perrada.
¿Qué les parece? ¿Están dispuestos a vender su democracia en una apuesta por el desarrollo? ¿Suena tentador?
¡Pues aguas con esos cantos de sirena! Primero porque aquí en México la historia nos demuestra que autoritarismo no significa progreso (feliz centenario, Don Luis Echeverría). Y porque aún cuando la tentación autocrática se perciba como respuesta para nuestros problemas, este modelo significa ceder gran parte de nuestras libertades políticas, cívicas y sociales, las cuales deben considerarse como algo verdaderamente invaluable.
Al final, quizás no tengamos los lujos ni excesos de los Emiratos, pero por lo menos podemos quejarnos de todo eso en público (y en estas páginas) sin recibir alguno de los mencionados “ierros” de Gonzalo N. Santos.
Y como dice aquel comercial: eso no tiene precio.