Ya hice un recuento de las acciones tomadas para combatir al calentamiento global desde que el IPCC publicó un ominoso informe, donde advertía que en 12 años podría iniciar el apocalipsis climático. Mi veredicto entonces fue negro como el smog. Así que hoy -a medio año de esa columna- valdría la pena actualizar el diagnóstico. No se acongojen… ¡Avancemos!
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Los ávidos lectores de El Árbol de Moras sabrán que estoy inmerso en una Cruzada para salvar al mundo, predicando a los cuatro vientos la mayor amenaza contra nuestra civilización: el espectro del cambio climático. ¡Oh sí!
En otra columna (“El Ganso Verde”) hice un recuento de las acciones tomadas para combatir al calentamiento global desde que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó un ominoso informe, donde advertía que en 12 años podría iniciar el apocalipsis climático.
Mi veredicto entonces fue negro como el smog. Así que hoy -a medio año de esa columna- valdría la pena actualizar el diagnóstico. No se acongojen… ¡Avancemos!
03 de abril: El gobierno de Canadá indica que la zona ártica de su país se está calentando al doble de velocidad que el resto del mundo. ¿Por qué? Porque la pérdida de nieve y hielo aumentan la absorción de la radiación solar y causan un mayor calentamiento de la superficie. ¡Poutine con queso!
08 de abril: El World Glacier Monitoring Service de la Universidad de Zurich informa que los glaciares del mundo se están derritiendo más rápido de lo previsto, reduciendo 1% de su masa cada año. Las consecuencias: nos quedamos sin agua dulce y se incrementa el nivel de los océanos. ¡Ay nanita!
11 de junio: El Proceedings of the National Academy of Sciences advierte que de seguir contaminando, la vida marina podría colapsar en un 17% para el año 2100, debido a la reducción del oxígeno en el agua y la acidificación de los mares. ¿Y mi aguachile, apá?
09 de agosto: El mentado IPCC sale con otro reporte para decirnos que si queremos salvar al mundo ya no basta con reducir las emisiones de carbono, sino que debemos transformar profundamente la producción de alimentos, el uso de suelo y nuestra dieta. Dice la raza del IPCC que sólo el desperdicio de alimentos causa un 10% de todos los gases de efecto invernadero. ¡Papaya de Celaya!
22 de agosto: Se arma la gorda a nivel mundial por los incendios en el Amazonas, donde se han registrado 74,155 incendios desde enero, un incremento del 85% comparado con el año anterior. Todos culpan al presidente brasileño Jair Bolsonaro y su política anti-ecologista, pero él dice que existe una “psicosis ambiental”. ¡Merda, caralho idiota!
Es muy claro: vamos de mal en peor. Pero ahora una pregunta: ¿Podemos hacer algo al respecto?
Aunque no lo crean, sí existen acciones para limpiar este muladar. Así que antes de que abracen al nihilismo, van tres ideas al aire:
1. La ignorancia no es felicidad. Hacerse gueyes no ayudará a mejorar la situación. Es por eso que debemos estar bien informados para saber a qué nos enfrentamos y cómo poder ayudar. ¡Cada acción individual cuenta!
2. Somos lo que comemos. ¡Se fregaron, raza! Nuestras dietas son gran parte del problema y cada taco y torta de carnitas empeoran la situación. Una solución es la de mi compadre Paul McCartney (el mismísimo exBeatle) quien propone los “Lunes Libres de Carne”. ¡Un buen inicio!
3. ¡VOTAR! Nuestra mayor contribución para arreglar este congal es votar por la gente adecuada. Estoy hablando de diputados, senadores, alcaldes y presidentes que tengan una agenda inteligente, realista y pragmática para enfrentar el cambio climático. Votar por aquellos que favorecen a los hidrocarburos por encima de las energías renovables es contraproducente.
En México hay elecciones en el 2021. Así que hagan su tarea: infórmense, cambien su dieta y voten con su cerebro. Ningún proyecto político importa si nuestro país está en llamas.
Publicado originalmente en Vértigo