Pero uno tendría que ser muy ingenuo para creer que lo que pasa en China se queda en China. Es por esto que aquí en México no podemos bajar la guardia. Un día podríamos despertar con nuestro propio Sistema de Crédito Social Mexicano. Y lo que es peor todavía … ¡controlado por nuestra Secretaría de Gobernación!
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
@DelgadoCantu
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Para los ciudadanos de México, la libertad es un concepto abstracto que suele encapsularse en la máxima de Don Benito: “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Esto significa que podemos hacer prácticamente lo que nos plazca siempre y cuando no afectemos a terceros.
Desgraciadamente, esta certeza sobre la privacidad ha comenzado a erosionarse y fracturarse en el mundo. Oscuras fuerzas emanadas de las tecnologías digitales amenazan el frágil balance entre libertad individual y la intervención del Estado: balance sagrado en toda democracia liberal.
Al frente de este ataque se encuentra la República Popular de China, donde el gobierno experimenta a nivel nacional con un proyecto a todas luces Orwelliano: el Sistema de Crédito Social (SCS).
En esencia, el SCS es una operación de espionaje masivo contra cientos de millones de ciudadanos. Por medio del monitoreo de todas sus actividades económicas y sociales, el individuo recibe una calificación generada por un algoritmo; calificación que determina su estatus en la sociedad y le otorgará toda clase de beneficios o castigos.
Debido a las dificultades para establecer un sistema de semejante magnitud en un país de 1,200 millones de personas, el gobierno subcontrató a empresas privadas para idear programas pilotos que servirán como esquema del SCS óptimo.
Uno de los principales arquitectos de este siniestro prototipo es Alipay, aplicación digital de Ant Financial que a su vez es apéndice del gigante comercial Alibaba Group. Contexto: en 2016 Alibaba se convirtió en la tienda minorista más valiosa del mundo operando en más de 200 países; también es una de las empresas más grandes y redituables en Internet.
A través de su Sesame Credit, Alipay analiza el comportamiento de sus usuarios y les otorga una calificación de 350 a 950 puntos. Con esa puntuación, determina si un individuo es confiable para recibir un crédito financiero; un problema particularmente agudo en China, donde incluso siendo la segunda potencia económica, su sistema de crédito ha permanecido subdesarrollado.
La manera en la que se desarrolla esta calificación es una obra de alquimia digital. Según explica la escritora Mara Hvistendahl, Sesame Credit es sólo una de las múltiples aplicaciones dentro del ecosistema de Ali Pay; apps que son utilizadas para realizar toda clase de actividades en Internet y en el mundo real, incluyendo el pago de servicios y productos en supermercados, centros comerciales y tiendas online.
De esta manera, el algoritmo no sólo toma en cuenta si pagas tus deudas bancarias o tu cuenta de luz a tiempo; también sabe qué tipo de productos consumes, las páginas web que visitas (incluyendo pornografía y tu actividad en redes sociales), el tipo de amigos que tienes y las conversaciones que mantienes con ellos. “Es como si Amazon se hubiera tragado a eBay, Apple News, Groupon, American Express, Citibank, y Youtube, y pudiera absorber tu información personal de todos ellos”, indica Hvistendahl.
Debido a que utilizar Alipay no es obligatorio (todavía), resulta extraño que alguien quiera formar parte de este perverso experimento social. Sin embargo, los beneficios para los usuarios con buena puntuación suelen ser atractivos. Una calificación alta te permite rentar bicicletas, paraguas, automóviles o cuartos de hoteles sin tener que dejar un depósito, por ejemplo.
De igual manera, tener una calificación baja no sólo elimina esos privilegios, sino que evita que puedas comprar boletos de tren o de avión, enviar a tus hijos a escuelas privadas e incluso podría afectar tus prospectos de trabajo y matrimonio. En pocas palabras, mantener una calificación alta te abre muchas puertas, mientras que una puntuación baja te convierte en la escoria digital de China.
El gobierno alega que su objetivo es crear un ambiente de honestidad generalizado, proporcionando beneficios a los ciudadanos ejemplares y disciplinando a los detractores. Sin embargo, Hvistendahl explica que para el Partido Comunista Chino (PCC) el SCS es realmente “un intento de establecer un autoritarismo más suave y menos visible”, garantizando la obediencia total hacia el Estado.
Como ejemplo de esto, el periodista Yoichi Funabashi explica que aquellos que busquen información crítica del gobierno en Internet o información sobre incidente de 1989 en la plaza Tiananmen sufrirán una reducción de 200 puntos al instante.
La cuestión ya no es si el SCS existirá, sino la ferocidad que tendrá una vez que esté activo. Todo indica que sean en el año 2020 cuando el sistema esté en completa operación.
A muchos no sorprenderá que el PCC sea el pionero en esta perversa estrategia. Desde que subió al poder en 2012, Xi Jinping ha usado el poder duro y la coerción para controlar a sus ciudadanos. Bajo su mandato, la liberalización política se ha esfumado y el espacio de la sociedad civil se redujo exponencialmente. Ahora busca crear el sistema de seguridad más sofisticado en la historia de la humanidad.
Lo peor de esto es que son los ciudadanos los que ayudan a establecer esta nueva servitud Orwelliana. Al otorgar su información privada de manera voluntaria a grandes corporaciones transnacionales, colocan la piedra angular de su futura prisión digital.
Pero uno tendría que ser muy ingenuo para creer que lo que pasa en China se queda en China. Es por esto que aquí en México no podemos bajar la guardia. Un día podríamos despertar con nuestro propio Sistema de Crédito Social Mexicano. Y lo que es peor todavía … ¡controlado por nuestra Secretaría de Gobernación!
¡Dios nos libre!
Publicado originalmente en Revista Líder México