Felipe Calderón no es ningún dictador; si queremos encontrar a un verdadero tirano-genocida basta con dar una repasada a la historia del siglo XX.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Y con justa razón… pues en cualquier Estado liberal, la posibilidad de criticar a los líderes políticos y expresar libremente pensamientos u opiniones es la quintaesencia del espíritu democrático; la base más sólida para el progreso socio-político. Y como sociedad, nada menos debemos exigir, demandar y conservar.
No obstante, una particular paradoja ha surgido en el discurso público durante el último lustro. Mientras nos embriagamos hasta el hartazgo en un desenfreno de injurias e insultos hacia la fauna política mexicana, se ha esparcido la noción entre algunos de que actualmente estamos al borde de (o ya vivimos en) un régimen fascista, totalitario o en una pseudo-dictadura militar que oprime a su ciudadanía en su intento de lograr objetivos perversos y siniestros… los cuales nadie ha logrado identificar con claridad.
No han faltado aquellos que, sin inmutarse, argumentan que Calderón busca con su guerra llevar a cabo un genocidio (¡faltaba más!), todo en asociación perversa con el Imperio norteamericano, quien siempre observa y manipula desde las sombras. Estas opiniones marginales… bueno, mejor no ahondar en este punto. Bastará con decir que esta perspectiva y otras similares son lo más cercano que uno encuentra al borde de la paranoia y la locura.
Pero regresando al estado actual de nuestro país; a ese supuesto régimen fascista del Comandante Calderón. Sin detenerme mucho en la obviedad de lo absurdo de esta línea de argumentación, me parece que la problemática aquí se presenta como una de carácter histórico y conceptual.
Este tipo de juicios, sumado a otros, hacen evidente la completa ausencia de una perspectiva histórica, concretamente de una comprensión de la historia del siglo pasado. Se descubre entonces que existe un vacío de conocimiento y entendimiento que evita formular un análisis constructivo del presente.
Cómo es posible, me pregunto, que alguien que acusa a Calderón de fascista o totalitario no comprenda que, al llamarlo así en público y no sentir inmediatamente la represión por parte Estado (sobre su persona o su familia), se elimina automáticamente la validez y veracidad de su argumento.
Estas personas, - ¿acaso jamás han revisado jamás la historia del siglo XX? - han torcido de forma grotesca conceptos y términos, algo digno sólo de los seguidores del Tea Party en Estados Unidos. Este infantilismo en el uso de conceptos los coloca en un plano externo a la realidad, y evita una crítica certera de los problemas contemporáneos.
Las palabras no son cosas vacías de significado y una equivocación en el uso de términos y conceptos innegablemente lleva a una equivocación para comprender la realidad y las circunstancias presentes.
Está de más mencionar que existe evidencia contundente sobre los enormes errores cometidos por el presidente Calderón en muchas esferas de la administración pública. Es de conocimiento general que la guerra contra los cárteles, aunque completamente necesaria, (a menos que se crea que el modelo del Narco-Estado es la cúspide de la organización social y un sistema político que nos dará seguridad y el crecimiento económico que deseamos) se ha conducido de forma inadecuada, y que la muerte de cada ciudadano mexicano, con algunas excepciones, es una verdadera tragedia.
El inicio para la reconstrucción del país debe de comenzar con la recuperación del debate racional para definir correctamente el presente de México. Saber que calificar al régimen Calderonista de fascista o totalitario es un atropello a la inteligencia.
Si alguien quiere hablar de verdaderas dictaduras, basta con revisar la historia reciente de Chile, Argentina, Rusia, Brasil, Paraguay, Haití, Irak, Libia, Corea del Norte, Camboya, El Salvador, Irán, Panamá, Myanmar, Afganistán, Rumania, etcétera, etcétera. Estos países han vivido lo peor del totalitarismo. No versiones diluidas o descafeinadas, ¡nada de eso!, aquí estamos hablando de serias dosis concentradas de represión Estatal.
Así que, estimados camaradas, por respeto a las víctimas de verdaderas dictaduras militares y por respeto a la verdad histórica… incluso por respeto a la democracia (inmadura y defectuosa) de México, es necesario dejar los infantilismos y volver a la conversación racional.
Porque hablar de Calígula, Iván IV, Stalin, Stroessner y… ¿Calderón?
Por favor… ¡no jodan!